
Me dejo llevar mecido en la ternura de sus ruegos, y así camino descalzo sobre el linóleo frío al tacto de mis pies desnudos.
Está esperando en la ventana a que le abra; y sin tardanza lo hago.
Esperanzado, anhelando que me estreche entre sus brazos y que cumplan las promesas que su boca hizo: entregarme el manto de la noche, regalarme la mirada de la luna. Hacerme como él, un ser eterno.
Y me envuelve con su cuerpo.
Y me acoge en su regazo.
Y así, enterrando sus labios en el hueco de mi cuello, me hace suyo.
Y se lleva la esencia de mi cuerpo.
Y me roba la vida de las venas convirtiendo mi carne en cascarón vacío
Entonces hiere su blancura inmaculada y su sangre, oscura y brillante, brota por la boca de la herida hacia mí, que espero ansiosa la oportunidad que se me brinda.
Y le hago mío.
Y me llevo la esencia de su cuerpo.
Y le robo la vida de las venas. Una vida que no puedo robar, porque soy yo quien le pertenece. Por siempre. Ya que eternamente seré El Vampiro.
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